Los lamentables e incomprensibles privilegios del asesino Bolinaga


jueves 12 de septiembre de 2013
Hoy, exactamente hoy, se cumple un año desde que el asesino Bolinaga salió por su propio pie de la cárcel en una libertad condicional absurda, concedida contra todo pronóstico por un diagnóstico terminal del que la mayoría de la sociedad española siempre ha dudado. Y además, su excarcelación se dio con un hecho histórico que nunca antes había ocurrido: fue puesto en libertad con el criterio en contra de la forense de la Audiencia Nacional. Una ridícula locura.

Hoy, exactamente hoy, se cumple un año desde que el asesino Bolinaga salió por su propio pie de la cárcel en una libertad condicional absurda, concedida contra todo pronóstico por un diagnóstico terminal del que la mayoría de la sociedad española siempre ha dudado. Y además, su excarcelación se dio con un hecho histórico que nunca antes había ocurrido: fue puesto en libertad con el criterio en contra de la forense de la Audiencia Nacional. Una ridícula locura.

Todos ustedes conocen de sobra la historia de Bolinaga, su situación actual y que, a día de hoy, sigue sin pasar unos análisis médicos objetivos, incumpliendo un mandamiento judicial y, pese a todo, libre disfrutando de los vinos, los pinchos y la protección de los amigos de ETA en Mondragón.

Desde el minuto uno de todo este esperpento, las víctimas del terrorismo han denunciado los privilegios de este asesino con respecto a cientos de presos comunes que sufren terribles enfermedades en las cárceles españolas. Mientras Bolinaga, que podría seguir recibiendo el tratamiento perfectamente entre rejas, está en su casa con sus familiares; muchísimos reclusos siguen cumpliendo su pena compaginándola con su lucha contra el cáncer.

Sin embargo, a la Asociación-Plataforma de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo (APAVT) recibió hace unas semanas una denuncia a través de una fuente contrastada de un caso flagrante que pone de manifiesto las ventajas que ha tenido el asesino Bolinaga en relación al resto de reclusos.

Os contamos el caso: un preso común, ingresado en una cárcel española por su primer delito cometido a los 84 años de edad. Y hasta hace poco era un preso preventivo. Una persona que iba en silla de ruedas, que no dependía de sí mismo ni siquiera para alimentarse: un caso que no tenía la más mínima peligrosidad social. Hablamos en pasado porque este preso falleció recientemente.

Ingresó en prisión el pasado mes de junio y, desde ese momento, no pasó más de diez días en la cárcel. El resto del tiempo estuvo en el hospital ya que su estado médico era lamentable. En el momento de su fallecimiento, estaba de nuevo ingresado en el centro hospitalario. Desde la prisión se informó al juzgado mediante CUATRO INFORMES que explicaban su deterioro, la corta esperanza de vida y unas condiciones de salud nefastas. El juzgado lo desestimó y estuvo preso esperando un juicio que, por su fallecimiento, nunca se podrá producir.

Clama al cielo que un señor, del que no se pudo decidir si era culpable o no, estando en la situación que estaba, haya tenido menos derechos fundamentales que un asesino como Bolinaga, del que varios informes médicos señalaron que el etarra podría (y puede en la actualidad) ser tratado perfectamente en prisión. Mientras tanto, al protagonista de nuestra historia le denegaron hasta el último momento la posibilidad de luchar contra una enfermedad al lado de sus familiares, al igual que a otros cientos de presos enfermos.

¿Por qué Bolinaga tiene esos privilegios? ¿Por qué hay presos en situaciones muchísimo más graves que siguen en la cárcel mientras que este terrorista que adora las tabernas de Mondragón está en libertad? Llevamos más de un año sin respuesta a estas preguntas.

En las cárceles españolas hay un alto número de presos con enfermedades graves, de los que muchos tienen cáncer de todo tipo y diagnóstico. La inmensa mayoría entran y salen para recibir el tratamiento y hay muchísimos casos en situaciones más extremas que la de Bolinaga. La sospecha (y cada vez más certeza) es que este etarra está en la calle por una sola razón: ser miembro de ETA, ni más ni menos. Y decimos esto porque, generalmente, a los criminales enfermos que hayan cometido delitos muy graves no se les suele excarcelar nunca y realizan los tratamientos en la cárcel. Pero Bolinaga no… él está de vinos, sin someterse a un examen médico impuesto por el juez y riéndose de las víctimas del terrorismo

Y mientras el preso común de nuestra historia ha fallecido sin tener el más mínimo peligro para la sociedad y sin poder valerse por sí mismo, estando en la cárcel hasta el último minuto, un terrorista no arrepentido con las manos manchadas de sangre como el carcelero asesino de Mondragón se pasea en libertad para humillación de las víctimas y vergüenza de la sociedad española.

 

 

 

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