El pasado 30 de marzo, vi en el programa de televisión Viajando con Chester de Cuatro, la entrevista que Risto Mejide le hizo a la viuda de Joseba Goikoetxea, Rosa Rodero. La verdad es que yo esperaba ver y escuchar algo distinto en el programa, no por el presentador, sino por la víctima en cuestión, pero no fue así.
La mujer contó su relato, como otros tantos que he oído, desgarrador, se me pusieron los pelos de punta al escuchar cómo perdió la vida este señor, por el simple hecho de ser Ertzaintza. Hasta el momento en que finaliza la narración de su historia, le doy toda mi comprensión a Rosa, pero después no llegué ni, todavía hoy, llego a entenderla.
Comentó que su marido luchaba por y para Euskadi, y que estuvo detenido varias veces. Rosa declaró que no le parecía justo que se hubiera matado a los que defendían los ideales de Euskadi, a los que defendían aspectos como la danza o el idioma. Con sus declaraciones, me dio a entender, que al resto sí le parecía justo, como por ejemplo a la Policía Nacional o Guardia Civil. Desde estas líneas me gustaría decirle a esta señora que sé que durante la época franquista no se podía hablar Euskera en las calles (a mí me lo han contado desde que era una niña y hasta mis 13 años), pero también es verdad que, una vez muerto Franco, allí se habla Euskera por las calles, se bailan danzas vascas, el aurresku, y se tocaba el txistu. Y es una pena, que esta señora, que sabe en primera persona lo que supone vivir en primera persona un atentado terrorista, opine esto.
Por otro lado, Rosa atacó duramente a la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) porque, según ella, quieren protagonismo, no ayudan a las víctimas, y que, de las pocas de las que se ocupan, sólo son las víctimas de ETA, y que todos los asociados son del PP. Yo quiero decirle a Rosa Rodero que: para hablar de algo, hay que saber de lo que se habla.
En primer lugar, para pertenecer a la Asociación Víctimas del Terrorismo, hay que ser víctima del terrorismo y disponer de un documento que lo acredite y emitido por el Ministerio del Interior, independientemente de sus ideales políticos o de quién haya cometido el acto terrorista.
Segundo, la presidenta de la mencionada Asociación es víctima, madre de una fallecida en los atentados del 11 de marzo en Madrid, donde según parece, ETA no tuvo nada que ver.
Tercero, el protagonismo que tiene la AVT, le viene dado por ser una de las pocas asociaciones de víctimas del terrorismo que se mueve por y para las víctimas, y un ejemplo de ello -sin irme muy lejos- es presentarse como acusación popular en casos de etarras, como por ejemplo el de Bolinaga. En la mayoría de las provincias de España, la AVT tiene un delegado, para asistir a las víctimas asociadas de la zona y actuar como interlocutor entre estas personas y la asociación por si necesitan asistencia psicológica, jurídica o laboral, entre otras.
Entiendo que no esté conforme con la política y las actuaciones de la AVT pero no por eso tiene que criticar y menos sin argumentos. Me parece estupendo que esté en una asociación de Ertzantzas, porque es lo que era su marido, pero no por hacer publicidad de la suya, tiene que tirar por tierra el trabajo que hacen otras asociaciones.
Por último, me parece perfecto que si esta señora quiere perdonar a los asesinos de su marido, lo haga, y le doy mi enhorabuena aunque veo “exagerada” su mentalidad de acercamiento a ETA. Yo ni olvido ni perdono a los que me jodieron la vida.
Angélica Chaparro
Víctima del terrorismo